Si estamos interesados en conocer los diferentes productos de inversión existentes, con la intención de apostar por cualquiera de estos, es fundamental haber asimilado previamente los dos conceptos que vamos a desarrollar a continuación. Y es que no podemos comenzar a invertir sin tener una visión clara del significado de Riesgo y Rentabilidad.
En primer lugar, es esencial comprender que, cuando realizamos una inversión de capital, nos podemos encontrar con diferentes situaciones más o menos halagüeñas. Estas van desde perder parte o la totalidad de la cuantía invertida, hasta conseguir unos apetitosos beneficios tras el plazo fijado previamente. En definitiva, a todo lo comentado solemos representarlo bajo el concepto de riesgo. No existe inversión que no conlleve un riesgo asociado, aunque sin lugar a dudas unas inversiones suponen más riesgo que otras.
De este modo, cabe suponer que existe una razón de peso por la que algunos individuos apuestan por productos más arriesgados que otros. Esta es la rentabilidad de la inversión y, a continuación, vamos a aclarar en qué consiste su relación con el riesgo:
- Cuando nos encontramos frente a dos productos de igual rentabilidad esperada, debemos optar por el que implique un menor riesgo.
- Cuando nos encontremos ante dos situaciones que suponen un riesgo similar, optaremos por elegir la que más rentabilidad nos puede otorgar.
Por lo tanto, cada inversor estará dispuesto a asumir unas condiciones de riesgo en relación con sus perspectivas de rentabilidad deseadas. En relación a esto, las estrategias de inversión se clasifican habitualmente como: conservadoras, agresivas o moderadas, según el grado de incertidumbre asimilado. Riesgo y rentabilidad van unidos, pero no olvidéis esta frase nunca:
«Una inversión de mayor riesgo produce mayor rentabilidad… ¡excepto cuando no lo hace!»
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