Las entidades bancarias ofrecen a sus clientes una serie de productos que se caracterizan principalmente por el grado de riesgo que supone cada uno de ellos para el cliente. Hay que ser precavido a la hora de contratar cualquiera de estos, ya que se debe tener clara la diferencia entre productos de ahorro y productos de inversión. A continuación, vamos a resumir las particularidades de las dos opciones más demandadas en cuanto a términos de ahorro:
Cuenta corriente
También es conocida como cuenta a la vista, denominación que pretende transmitir precisamente su característica principal, que es la disponibilidad. Es el más común y la rentabilidad para el cliente es casi inexistente, debiendo además, por regla general, acarrear este con ciertas tasas de mantenimiento.
El Fondo de Garantía de Depósitos garantiza tus ahorros hasta 100.000 € en caso de que la entidad entre en quiebra, por lo que es un producto ampliamente asegurado.
Depósitos a plazo
es un producto semejante al anterior, que también ofrece plena seguridad en cuanto a los primeros 100.000 € ahorrados en tu cuenta. La diferencia fundamental se basa en que se obtienen mayores intereses a cambio del compromiso del cliente a mantener la imposición acordada durante un cierto periodo de tiempo, que puede variar desde el mes hasta varios años. Cuanto más tiempo estés dispuesto a no mover tus ahorros, y mayor sea la cantidad atesorada, mejor será la rentabilidad obtenida.
Importante >> Antes de contratar este producto, es elemental conocer las penalizaciones en caso de retirar el depósito antes de la fecha pactada.
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