Desde que la crisis estallara y se hiciera patente hace ya aproximadamente un lustro, las familias españolas se han visto envueltas en un contexto económico áspero y cambiante, en el que han tenido que afrontar decisiones importantes en cuanto a ahorro, consumo y financiación. En este sentido, el ahorro ha padecido grandes oscilaciones en los últimos años, dejando atrás la estabilidad que le ha caracterizado durante tiempos de bonanza y expansión.
Entre 2008 e inicios de 2009, se produjo una intensificación de esta variable a causa de razones precautorias: un alto grado de incertidumbre se hacía patente, y la decadencia del mercado del trabajo español era ya un secreto a voces. Todo esto se unió al crecimiento de las rentas nominales, que contrarrestó la mengua en las rentas laborales gracias al efecto de los estabilizadores automáticos de la economía, y a ciertas disposiciones impositivas lanzadas en 2008.
A partir de ese ciclo, la tasa de ahorro ha tendido a caer acusadamente tanto en nuestro país, como en el resto de naciones europeas que se han visto sometidas a un elevado nivel de incertidumbre desde el nacimiento de la crisis. Indudablemente, la razón primordial de esto es la contracción de la renta disponible de los hogares, la que ha implicado que las familias no puedan permitirse ahorrar una parte de sus ingresos porque los necesitan en su totalidad para satisfacer las necesidades más básicas.
Al comienzo de la crisis se ahorraba por miedo a no poder hacerlo en un futuro que, desgraciadamente, se ha hecho tangible desde 2010.
Para tratar de combatir la reducción del ahorro aquí os dejamos 5 consejos para llegar a fin de mes.
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