Lo primero que debe hacer tras la primera fase de decisión, es considerar un intermediario adecuado para comenzar a operar, existiendo fundamentalmente dos tipos:
- Entidades de crédito bancarias.
- Sociedades de valores.
Es importante confiar nuestra inversión a un agente autorizado para realizar este tipo de operaciones, siendo por tanto aconsejable comprobar previamente, en el registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, si la entidad es fiable. Esta consideración es imprescindible para evitar ser víctimas de fraudes financieros.
Su labor
La labor del intermediario se basará en lo estipulado previamente con el cliente que le contrate, siendo esencial dejar claro cuáles serán sus funciones para con su representado al comienzo de su relación. Este podrá limitarse a llevar a cabo las operaciones que se le ordenen, o puede añadir una función asesora en su trabajo; debiendo tener siempre presente que el último responsable de las decisiones tomadas es el inversor, ya que el intermediario no podrá contratar productos por su propia iniciativa.
Comisiones y gastos
La rentabilidad de su inversión puede verse ampliamente afectada según la entidad con la que opere, ya que las diferencias en cuanto a comisiones aplicadas pueden ser considerables. Por tanto, será fundamental tener en cuenta los gastos en los que se incurrirá para cada operación particular, así como los referentes a administración y custodia. Para los inversores de corto y medio plazo, los gastos por operaciones van a ser muy significativos ya que van a mover mucho capital constantemente; al contrario de lo que ocurre con los que piensan a largo plazo.
Información a recibir
No olvide consultar los plazos en los que irá conociendo datos acerca de sus operaciones, así como tener en cuenta entidades que ofrecen esa información a través de la red. Tener un continuo y fluido conocimiento de sus movimientos financieros es esencial si quiere reducir su incertidumbre.
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