En la actualidad, así como en los últimos años, el sistema bancario se ha caracterizado por su escasa o nula actividad crediticia tanto con empresas como con particulares. Con la crisis como principal argumento, cada es más complicado conseguir financiación ajena a causa de las escasas garantías que puede ofrecer un aval hoy en día. A causa de todo esto, un reformado producto ha nacido con fuerza en el sistema económico actual, siendo conocido habitualmente como crédito rápido.
Esta modalidad se ha convertido, en poco tiempo, en una de las más empleadas por los españoles a la hora de conseguir recursos. Es una herramienta sencilla y veloz, aunque no vamos a obviar los apartados negativos que también conlleva.
Las empresas que comercializan este tipo de producto suelen ser de capital privado, especialmente en sus orígenes. A causa del gran éxito cosechado por estos, entidades financieras se están sumando a esta iniciativa para aprovechar su «boom». En Internet, es sencillo encontrar un listado infinito de páginas que ofrecen este servicio novedoso.
Los créditos rápidos se suelen pedir para situaciones inesperadas o esporádicas que surgen en el día a día, a causa de gastos que debemos afrontar y que no teníamos planificados. Nos referimos por ejemplo a una avería doméstica, el pago de una multa, etc. Pese a su contexto más personal que el de los grandes créditos, las empresas que necesiten afrontar gastos más terrenales o inversiones de cuantía moderada, también están a disposición de conseguir este medio de financiación.
En cualquier caso, como acabamos de mencionar, las cuantías que se suelen conceder no son excesivamente altas, estando enmarcadas en un rango que va desde los 600€ hasta los 10.000€ aproximadamente (siempre dependerá de cada empresa).
Inconvenientes
- Tipos de interés muy altos si los comparamos con el de los préstamos estándar (pueden superar el 20%).
- Inclusión en listas de morosos si no se devuelven.
- Elevados intereses de demora por impago.
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